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HOMENAJE A MARÍA MORENO
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A María Moreno

A María Moreno

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La pintora María Moreno (14 de mayo de 1933, Madrid) falleció en Madrid en la mañana del 17 de febrero de 2020 a los 86 años de edad.  Formada en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1954-59), se convirtió ella misma en profesora de dibujo durante los años sesenta. Tarea que dejaría para volcarse en su creación artística. Compartió sus años de formación e inicios de su carrera con un grupo de artistas dedicados a la representación de la realidad, con los que creó lazos de amistad que han sido duraderos en el tiempo. Entre estos Realistas de Madrid, denominación utilizada por la crítica, estaban Isabel Quintanilla, Esperanza Parada, Amalia Avia, Francisco y Julio López, así como el que ha sido su compañero de vida, Antonio López.  Con él ha compartido sus inquietudes artísticas, dándose soporte mutuo e indispensable para el progreso de sus carreras. La admiración entre ellos ha sido una constante. Formaron una familia con dos hijas, María y Carmen, de la que María ha sido pilar fundamental.

 

Aunque sus exposiciones individuales no han sido tan numerosas como las colectivas, debido, en parte, a que no era una posibilidad que contemplaba con gran interés; han sido fundamentales para que su obra fuera conocida y admirada por los coleccionistas tanto nacionales como internacionales.

 

A su faceta artística hay que sumar la de la gestión artística, que ha sido imprescindible para la realización de distintos proyectos artísticos de la pareja; incluyendo la que es una de las películas más importantes del panorama cintematográfico internacional dedicada a la creación artística: El sol del membrillo, de Víctor Erice. María asumió la producción ejecutiva y, gracias a su determinación, pudo completarse el rodaje de la cinta.

 

Fue una artista de gran sensibilidad, que supo no sólo plasmar la realidad, sino añadirle su emoción y mirada sensible. Dedicó su talento a pintar y dibujar aquellos temas que más le seducían, como los paisajes luminosos de La Mancha y Madrid, pero también de su casa y jardín, así como las flores y algunos bodegones brillantes; dejando obras de gran impronta personal. Su aproximación hacia el color y la luz fue progresiva, pero, una vez se abrió a la luz, ya no la abandonaría.

 

BHC

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